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miércoles, 18 de abril de 2018

Juez respetable, juez respetado © Ivette Durán Calderón


Cómo deben los jueces ganarse el respeto de los abogados



«Ciertamente el abogado no es más que el juez (y es un pecado grave pretender tal cosa), pero tampoco es menos».

Hace ya bastante tiempo que compartimos en este portal los consejos del exitoso abogado Francis Lee Bailey para que los abogados se ganen el respeto de los jueces. Manifestar respeto por el tribunal, tratar siempre de comprender su punto de vista, darle toda la ayuda que se pueda con cuadros esquemáticos y redacción clara, fueron algunos de ellos.
El éxito del post fue tan grande que inspiró lúcidos comentarios de los visitantes de nuestra página. Sin embargo, quedó un tema en el tintero, como nos lo recuerda Rony Villano, uno de nuestros seguidores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa: «Cómo deben los jueces ganarse el respeto de los abogados». Pues bien dicho, aquí vamos.
1. Sea puntual
Por favor, sin importar cuál será el sentido de su fallo, sea puntual. A pesar de las dificultades logísticas y contratiempos (que todos tenemos), lo primero que deben hacer los jueces es comenzar la audiencia (o la diligencia que sea) a la hora establecida (¡una hora fijada por ellos mismos!). Les debe quedar claro que nuestro tiempo, así como el de ellos y el de todo el mundo, es valioso.
Al igual que ellos tenemos otros casos que atender y nos resulta bastante irritante, supremamente irritante, que nos hagan esperar durante la audiencia. Pero hay algo peor que eso: que el juez ni siquiera se disculpe con las partes por comenzar tarde. Cuando llegue la hora de recusarlo por cualquier razón se nos vendrá a la mente las veces que nos hizo esperar.
2. Escuche (tan simple como eso)
Por eso se llama «audiencia» ¿no? Escuchar es la tarea más importante del juez, pero escuchar atentamente y estar al tanto de las incidencias de la diligencia. No hay peor juez que el que no nos escucha, y peor aún, que ni siquiera tenga el menor reparo en hacer otras cosas mientras estamos hablando, como por ejemplo cuchichear con el secretario, contestar los wasaps de la familia, o revisar las redes sociales para ver sus likes. Nosotros, a pesar de estar concentrados en lo nuestro nos damos cuenta porque los tenemos enfrente.
No todos los abogados son actores de cine que están allí para entretener al juez. Al margen de que el abogado lo haga bien o mal en el alegato o en el interrogatorio, el juez tiene que estar atento para guardar bien los argumentos del abogado que lo hace bien y para advertir defensa ineficaz si el abogado lo hace mal. Y no se salva aquel juez soberbio que mira con desgana al abogado o con el ceño fruncido, como si fuera un padre presto a castigar a sus hijos.
3. Tome apuntes
Este consejo no falla y vale tanto para los jueces que tienen buena o mala memoria. Ver al juez anotando algunas ideas que vamos sosteniendo en el alegato o las respuestas del interrogatorio es reconfortante para nosotros, porque nos muestra que el juez está metido en el caso y le importa lo que está ocurriendo en sus narices. Ya no importa si en ese momento nos da o no la razón, eso es lo de menos. Lo importante es que el juez no solo preste atención, sino que demuestre con gestos que efectivamente es así. Y tomar apuntes lo es.
4. No bostece, ¡por favor!
Por favor, qué respeto le puede tener un abogado a un juez que bosteza y que ni siquiera lo disimula.
5. No tutee al abogado ni a su cliente
Ciertamente el abogado no es más que el juez (y es un pecado grave pretender tal cosa), pero tampoco es menos. Jueces, abogados, procuradores y abogados defensores somos parte del mismo equipo y estamos al mismo nivel. La única diferencia es que cumplimos diferentes roles, nada más.
Los jueces no deberían actuar como si fueran superiores o como si al frente tuvieran a sus empleados. Deben entender que antes que todo son servidores y no mandarines.
Lo peor es que hay jueces que creen que la sola condición de imputado de nuestro cliente le rebaja a este la dignidad y le llaman como si se tratara de sus hijos, con un tono de voz altanero. No. El respeto en un lugar tan sagrado como la audiencia comienza con el trato amable de «señor» o con la condición profesional del imputado si la tuviere («doctor», «ingeniero», «licenciado», etc.).
Hay jueces que incluso se permiten bromas con el acusado, como aquel episodio que nos recuerda el maestro Mario Pablo Rodríguez Hurtado, en el que un inefable juez, al llamar a una acusada de apellido Baca, haciéndose el gracioso, «esa Baca que pase». Lamentablemente hay jueces que creen todavía que nuestro cliente es un pobre pecador que va al confesionario.
Fuente: LIVDUCA- LEGIS.PE - FEBRERO 2, 201702667



sábado, 27 de junio de 2009

UN JUEZ PERSPICAZ Ivette Durán Calderón

A fines de 1600, don José Marcellano de Anderas, natural de Viscaya, ejercía el cargo de alcalde ordinario de la cuidad de La Paz; dicha posición muy ambicionada, tenía una gran responsabilidad y significación social; abarcando inclusive la administración de Justicia en lo Civil y Penal, así como de cualquier delito de orden público: teniendo a su mando a los funcionarios llamados alguaciles o cañaris. Famoso por su rectitud a toda prueba, a pesar de la astucia de los contrincantes. Cuando de aplicar justicia se trataba, se mostraba implacable y duro inclusive con los propios peninsulares y amigos, quienes valga la oportunidad de comentar, casi siempre se hallaba en pendencia. Don José Marcellano de Anderas, infundía muchísimo respeto, siempre serio, impenetrable; concedía una oportunidad a todos, tenía mucha paciencia para escuchar a los humildes (cosa rara para la época), esforzándose por comprender sus problemas y sus fallos eran categóricos, generalmente justos. Aquella tarde la sala del ayuntamiento estaba repleta. Uno de los litigantes era Pablo “el gallego” , hablador y bullicioso, regordete y bajito, una incipiente calva y un vientre prominente acusaban sus años y su vida cómoda; poseía además de un comercio, una pequeña hacienda cercana a la cuidad, donde criaba ganado vacuno y porcino; demás esta decir que era peleador, tacaño de nacimiento y tenía enemigos a granel. El denunciante de mediana estatura, delgado, bigote ralo, ojos negros y profundos; emprendedor y ambicioso, —había caído en la trampa del “gallego”—. Abierta la sesión, la palabra la tenía el provinciano don Plácido López, quien avanzaba tímidamente, un sudor frío le recorría todo el cuerpo, sombrero en mano, apretujándolo y dándole vueltas, empezó: señor… digo excelentísimo señor alcalde…mi deseo es explicarle el motivo de este infeliz momento en el que me hallo metido. Tosió y prosiguió…Este “chancho gallego” me ha vendiu un pradillo de raza por el que le pagué contante y sonante. Un momento señor mío… ¡un momento!, no se acepta en esta corte, insultos, motes ni malas dicciones menos dicterios…¿entendido?...prosiga.  Y…bueno, como le iba diciendo, le pagué y ahora pretende decir, que no le pagué…y, señor, digo honorable señor, no me parece grosería tratar de “chancho” a semejante pillo que trate de… ¡Alto!, si continua usted así y no hace caso a mis amonestaciones me veré obligado a ... Pido disculpas a su merced. Lo cierto es que le pagué todito, ni siquiera quiso rebajarme y el chancho digo el “gallego”, dijo que me lo entregaba en su chacarilla en Chijini sobre la calle de las Carretas, junto a mi gente a las siete de la noche, fuíme a recoger la bestia y solamente me dejaron entrar a mí solito, busqué a mi “padrillo” y esto estaba al fondo, cuando ya le ponía el lazo de tiro, es cuando el chancho…el galle…digo don Pablo, muy suelto de cuerpo, me empujó y me dijo: ¡hey! chulo… aquí las cosas al contao, diciendo eso gritó a sus mozos, quienes aparecieron y me rodearon. Prosiguiendo: ¡pagad su importe! y os lo lleváis. Yo díjele; ¡pero, don Pablo!, esta mañana en la feria, se lo pagué toditito al contao… Entonces el chancho caballero, gallego…dijo: ¿qué? …¡mentís, no me habéis dado ni un solo maravedí por él! Y ahora su merced, respetuosamente pido que me dé mi padrillo o me devuelva mi plata. Por Dios ¡Cómo ha de hacerme pagar dos veces! ¡Púchale!
El Alcalde muy gravemente inquirió ¿tenéis testigos? ¡TESTIGOS!...¡NO! ¡Ay, por Dios, Jesús María! ¿Hacen falta testigos? No tengo testigos. Quien juzgaba, inquirió con serenidad a don Pablo diciéndole: Usía, ¿Habéis recibido el dinero? ¿Juráis decir la verdad?; el gallego extendiendo la mano, y besando la cruz dijo: vuestra merced, juro; es una falsedad, “ no recibí ni un solo céntimo”; este s un falsario, un ladino, un atrevido, exijo se lo juzgue en su categoría. Don Plácido López ya no estaba tan plácido ni tan seguro, se levantó a increpar al gallego, los cañaris lo contuvieron. Entonces Don José Marcellano de Anderas, haciendo y rompiendo toda regla, dijo: “Señores la causa esta abierta, siento que Don Plácido no podrá recobrar el semental, pero por lo menos necesita recuperar algo de su capital, Para volver a provincia. En vista de ser un caso harto curioso, no contemplado en el código de su majestad, propongo a la sala hacer una colecta para compensarlo. La encabezaré yo mismo, con estos diez. Seguro estoy que hay entre los presentes algunos que deseáis imitarme… A ver, don Pablo… ¿no creo que usía se atrevería a negarme un óbolo? Señor magistrado, replicó sonriente (viendo la causa ganada a su favor), no deseo quedarme atrás de su merced, aunque es tozudo el gañán, pues aquí van otros diez… Fue a ponerlas sobre la mesa de escribanía e inmediatamente el señor alcalde ordinario y juez de la causa, tomó las monedas en su mano examinándolas muy despacio, luego mirando fijamente al “gallego” le dijo:¡¡Pero cómo os atrevéis a exhibir moneda falsa ante un tribunal de justicia ¡Vamos, vamos! Bien sabéis que esto es contra la ley y tiene ¡pena de muerte! ¡Confiese su origen! Esta vez, don Pablo el gallego, dejó su sonrisa burlona, pálido y muy sinceramente, luego de vacilar, viendo que los cañaris se le abalanzaban dijo: quien ha de confesaros todos esos delitos, es este gañán, ¡pues estas son las monedas con que me pagó! ¡Ajá!... ¿Entonces confesáis que os pagó? Pues entregadle ya mismo la bestia y usía, tenéis arresto por falso testimonio. ¿Y las monedas…? ¡Ah!... ¡Las monedas!... os advertí que este era un caso muy especial, no contemplado en el código, pero yo tenía un pálpito. Las MONEDAS son verdaderas y se quedarán como MULTA. (Fuente: Archivo familia Losa Balsa)

Ivette Durán Calderón - Donde tropieza el tonto, el listo se abre paso

Cada problema, cada situación compleja y cada obstáculo ofrecen condiciones para mejorar día a día.

Debemos pensar cuando fracasamos en algo, en el porqué de ese fracaso para que éste se transforme en enseñanza y en experiencia.

Si tenemos el propósito de hacer una cosa, una diligencia y ésta, de haber pensado cómo la vamos a realizar, sale mal, en la práctica es porque algo ha fallado, en el plan en el método, en la forma de realizarla, etc.

Si después que ha salido mal nos encogemos de hombros y abandonamos la tarea o la acción, habremos perdido el tiempo y, además nos exponemos a tropezar una y otra vez con el mismo obstáculo porque no habremos puesto los medios necesarios para evitarlo.

“Alégrate de que en principio las cosas se presenten difíciles y con obstáculos - decía Franklin – porque así, además de adquirir espíritu de lucha, acrecentarás tu experiencia. Y alégrate aún más de que tengas fracasos, porque ellos son la verdadera escuela de la vida; si profundizas en el porqué de los mismos, te harás invulnerable a ellos”.

Evidentemente. La experiencia se logra con la lucha diaria. El conocimiento de los fracasos nos indica que nuestro plan era débil o que adolecía de defectos insospechados.

Si estudiamos el por qué de la falla hallaremos la causa, y conocida ésta, ya no sólo fracasaremos más, sino que el hallazgo nos servirá para rehacer lo mal hecho.

Cada derrota, cada fiasco sufrido, tiene la virtud de poner en nuestras manos una experiencia y buena enseñanza.
Aquellos que saben sacar enseñanzas de sus derrotas, son hombres que adquieren la seguridad de su caminar en la vida.

Por eso, en lugar de sentirse amilanados por un fracaso y suponer que para nada servimos, que todo nos ha de salir mal, etc., hay que alegrarse de ese tropiezo porque el resultado facilitará abrir las puertas del éxito en sucesivas actuaciones.

Con toda razón se dice que donde tropieza el tonto, el listo se abre paso.

Quien acepta la derrota como un mal irremediable, se juzga a sí mismo incapaz de rehacer nada. Quién, por el contrario, se sitúa dentro de su fracaso y sabe levantarse por encima de la derrota, lleva dentro de sí un alma de triunfador.

Colón fracasó muchas veces en su propósito de que le ayudaran las cortes de Portugal y de España; pero, tesonero y firme en sus propósitos, siguió llamando a las puertas del éxito hasta que éstas se abrieron.

Las victorias, dice un aforismo militar, pertenecen a los ejércitos que saben resistir los últimos diez minutos.

En resumen, quien resiste y vuelve a la carga habiendo sacado fuerza de sus derrotas enseñanzas y experiencias, vence siempre.

Una de las mejores cualidades para soportar la adversidad es la serenidad de espíritu.

Una resolución tomada con energía y ejecutada también enérgicamente, es lo más eficaz en cualquier momento. La desesperación puede ser evitada. Por ello uno puede desprenderse de vicios, de malos hábitos, de reacciones contraproducentes, sin atenuantes transitorios, si en verdad quiere hacerlo.

Ivette Durán Calderón - ¡Todo es posible!

Todo es posible en la vida. Y hablando de lo “imposible”, decía Montaigne a su secretaria: “no me digas nunca esa mala palabra”. La labor admirable de la humanidad es obra del hombre, del hombre que ha pasado altivo, con visión de águila, con mirada profunda, con voluntad intangible. Del hombre que tiene fe en el futuro de sus semejantes, amor por su trabajo, por su vida, y una palabra adecuada a su acción.

Del hombre, del ser humano, en suma. Igual a todos los hombres y mujeres, con piernas, ojos manos, alma y mente, con todo lo que pueden y con algo más, con una palabra que en su parte sensible se ha hecho canto, alba, milagro: “Posible”.

Ese ser humano vio, sintió y escuchó. ¡Alcanzó y comprendió!

Pudo comprobar que de dos predios con zarzas iguales, trabajando en uno trazó su jardín cuajado de flores y vio nacer desde él la aurora de su vida interior, de su conciencia clara, de su amor por la vida.

Todo lo ha construido con optimismo, coraje y voluntad. Todo lo ha soñado dando a su tarea la meta deseada. Escuchó las voces de alerta, las llamadas de aquellos que desean saber y no encuentran quien les enseñe, vio los ojos plácidos de los niños, sintió el trabajo lento y pausado de la naturaleza engranando flores y frutas, perfumes, viento, agua y cielo.

Comprendió que él podía dar, debía dar y que para ello iba a ser un león, águila y paloma.

Todo es posible.

Tal vez este ser humano simbólico se halle adormecido en el alma de muchos de los que lean estas líneas, pero diariamente veremos surgir su espíritu inmortal en pequeñas páginas, en obras sencillas, en gestos inspirados.

Conocedores de cuánto vale el esfuerzo, el sacrificio, la voluntad y el amor a la labor comenzada que por buena y fértil no debe cesar jamás, no olvidemos que esa obra iniciada alumbra el camino dando a la existencia su razón de ser.

Así con las virtudes enunciadas se realizan las empresas meritorias, los trabajos educativos y sociales, es decir, todas las obras que elevan el nivel moral e intelectual de cualquier ser humano.

¿No produce porque su edad no se lo permite?

¿No produce, porque su edad no se lo permite?
Ivette Durán Calderón

Los grandes hombres que iluminaron el camino de la humanidad con sus tareas y hallazgos, aquellos que lucharon por todos, probaron con su existencia gloriosa, que la resistencia humana es inagotable; jamás ni en la más avanzada edad, se sintieron agotados ni incapaces para la labor y mucho menos decrépitos.

Para producir la edad no es un límite, tomemos los siguientes ejemplos:

Moisés tenía ochenta años cuando llevó a su gente a la Tierra de Promisión.

San Juan era más que octogenario cuando escribió El Evangelio.

Julio César después de una vida de disipación y de vicio, venció a Pompeyo, cuando contaba cincuenta años.

Aristóteles escribió sus principales obras cuando pasaba ya de los cincuenta y cinco años.

Rogelio Bacon escribía a los ochenta años y sus obras son consideradas hoy como pozos verdaderos de ciencia, algunas de ellas las escribió en la cárcel.

Leonardo da Vinci, el monstruo del talento pictórico, empezó a los cuarenta años la famosísima “Cena”.

Copérnico terminó su obra “Revolutionibus orbium coelestium ” a los cincuenta y siete años, la siguió corrigiendo hasta la edad de setenta años en que la entregó a la imprenta.

Galileo no publicó su “Sidereus Nuncios” hasta los cuarenta y seis años; a los setenta y cuatro años, ciego en absoluto, seguía investigando en sus trabajos científicos. Fue a esa edad cuando publicó sus célebres “Diálogos” sobre el movimiento local.

Pierre Simon de Leplace, a los setenta años, llevó a cabo su inmensa tarea de investigación sobre matemáticas.

Michael Faraday, hizo sus trabajos asombrosos sobre electro-magnetismo a los setenta años.

Charles Darwin publicó a los sesenta años, su obra, “El origen de las especies”.

André Marie Ampere publicó a los cincuenta y un años, la “Teoría de los fenómenos electrodinámicos”.

A los cincuenta y siete años, Manuel Kant se dio a conocer con sus trabajos filosóficos y publicó “La Critica de la Razón Pura” a los sesenta y seis años.

Benjamín Franklin, a los setenta años, fue a Francia para solicitar ayuda para la independencia de su país.

Alessandro Volta descubre la famosa pila de su nombre a los cincuenta y seis años de edad.

Von Humboldt Fleisher emprendió su gran viaje de 4500 leguas, que tanto sirvió para rectificar la geografía de Asia, a los sesenta años.

Miguel de Cervantes había cumplido los cincuenta y ocho años cuando publicó la primera parte de “El Quijote” y sesenta y ocho cuando se vio la luz de la segunda.

Victor Hugo escribió “Los Miserables” a los cincuenta y siete años.

Jonathan Swift publicó “Los viajes de Gulliver” a los sesenta años.

La mayor parte de las quinientas obras dramáticas de Pedro Antonio Calderón de la Barca de Henao y Riaño fueron escritas cuando el autor se hallaba entre los cincuenta y los ochenta años de edad.

Guillermo Prescot, ciego a los cincuenta años, publicó la “Historia del Perú”.

Bartolomé Esteban Murillo pintó su “San Antonio”, de la catedral de Sevilla, a los setenta y cuatro años.


Vecelio di GregorioTiziano trabajó incansablemente hasta ser centenario.

Charles Maurice de Talleyrand, a los ochenta y cinco era afamado como el mejor diplomático de su tiempo.

Thomas Alva Edison murió a los ochenta y cuatro años, trabajó hasta el último momento y durante muchos años no durmió más de seis horas.

Henry Ford, a los ochenta y cinco años dirigía sus producciones de automóviles y sus plantas constructoras.

Victoriano Crémer, a los 102 años, acaba de publicar su obra titulada "Los signos de la sangre", con la Editorial Calambur (2009), este libro contiene una recopilación poética de la obra del autor, desde 1944 hasta ahora. Su capacidad de trabajo y lucidez intelectual le permiten seguir escribiendo una columna diaria en el Diario peleón. Esa capacidad se ha visto recompensada el año 2007 en ocasión de su centésimo cumpleaños, con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. En la actualidad, aparte de sus colaboraciones periodísticas diarias, Crémer también está escribiendo una novela.


¡Que nadie diga entonces, que está agotado a los treinta años, ni a los cuarenta, ni a los sesenta años de edad! Diga mejor que no quiere trabajar, que se niega a producir y entonces creeremos su afirmación.

domingo, 17 de agosto de 2008

JUSTICIA DE ENERO

Justicia de Enero
aporte de Ivette Durán Calderón

Si bien en esta selección de textos clásicos no encontremos la respuesta que se hacía Hans Kelsen ¿Qué es la Justicia? sí nos ayudará a entender la respuesta que se daba el gran jurista:

"Sólo puedo estar de acuerdo en que existe la Justicia relativa y puedo afirmar qué es la Justicia para mí. Dado que la Ciencia es mi profesión y por tanto, lo más importante en mi vida. la Justicia para mí, se da en aquel orden social bajo cuya protección puedo progresar en la búsqueda de la verdad. Mi Justicia en definitiva, es la de la libertad, la de la paz, la Justicia de la democracia, la de la tolerancia".

Justicia de enero - Angel L. Monsalvo

1.- De un magistrado ignorante es la toga lo importante; LA FONTAINE

2.- Siendo abogado en España se puede ser de todo, hasta Reina Madre; JOAQUIN COSTA

3.- El abogado es un caballero que salva nuestros bienes de los enemigos y se los queda para él; LORD BROUGHAM

4.- Por tener alguna autoridad sobre los hombres, hay que distinguirse de ellos, por eso los magistrados y los curas llevan bonetes cuadrados; VOLTAIRE

5.- Todos somos iguales ante la Ley, pero no ante los encargados de aplicarla; STANISLAS J. LEC

6.- El magistrado, cuanto más viejo, cascado y encanecido, más solemne es en el ejercicio de su sacerdocio; CESAR BIROTTEAU

7.- Líbreme Dios de discutir con abogados sobre cuestiones filosóficas o científicas. Para este linaje de polemistas pocas veces se trata de tener razón, sino defender al cliente; SANTIAGO RAMON Y CAJAL

8.- Los hombres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres; J.A. H. DE GUBERT

9.- Si Moisés hubiera ido a la Escuela de Leyes de Harvard y se hubiese pasado tres años trabajando en el monte; hubiera escrito los Diez Mandamientos con tres excepciones y una cláusula de salvaguarda. CHARLES MONGAN

10.- Ciertos abogados que sudando frío, gritando que se las pelan y conociéndolo todo menos el hecho, sin miramiento alguno arruinan al litigante, fastidian al auditorio y hacen dormir a los señores magistrados; LAS BODAS DE FIGARO Pierre Augustin Caron de Beaumarchais

11.- Señor juez, señoras y señores: nos hemos reunido hoy para disponer de la vida de un hombre blanco, ciudadadano de nuestra ciudadanía, que no se había visto involucrado jamás en un caso semejante. Miradlo, es aseado, de mirada dulce y tiene el aspecto de las personas que no quieren mal a nadie. Se ve enseguida que si ha llegado al crimen es porque no podía elegir... cuando un hombre de buen talante, sin antecedentes penales y sin taras, en plena juventud, llega a matar, es que debía tener sus buenas razones y nosotros en cierto modo no tenemos por qué inmiscuirnos... El acusado, señores, ha dicho públicamente que no lo volverá a hacer nunca más. ¿Quiénes somos nosotros para dudar de sus palabras? Un crimen; PERE CALDERS

12.- Tres cosas las mejores del mundo aborrecen sumamente tres géneros de gentes: la salud, los médicos; la paz; los soldados y la verdad; algunos escribanos y letrados; OBRAS JOCOSAS Francisco de Quevedo

13.- La verdad que llega a un tribunal no es la verdad desnuda, sino una verdad con la toga que le tapa las vergüenzas. BERTRAND RUSSEL

14.- El deber de un juez es hacer justicia; su arte consiste en demorarla JEAN DE LA BRUYERE

15.- En todo pleyto vala testimonia de dos omes buenos FUERO REAL DEL REY ALFONSO EL SABIO

16.- Un abogado incompetente puede demorar un juicio durante meses o años, un abogado competente puede demorarlo aún más. EVELLE J. YOUNGER

17.- Amé la justicia y aborrecí la iniquidad, por eso muero en el destierro GREGORIO VII

18.- Si vuestra causa es buena, poneos de acuerdo, si es mala litigad. Epigrammes J. J. ROUSSEAU

19.- La justicia es gratuita; lo que cuesta son los medios para llegar a ella. EUGENIO BRIEUX

20.- Nadie puede tomarse la justicia por su mano -dice el juez- que la justicia no es atropello ni venganza y "summum ius, summa inuria". La justicia es todo sabiduría, y la sabiduría es todo orden, y el orden es toda razón y la razón es todo procedimiento y el procedimiento es todo lógica. Bárbara, Celare, Darii, Ferioque, Balalipton. Los intereses creados JACINTO BENAVENTE

21.- El hombre es un ser capaz pero ha hecho 326.476.389 leyes, y aún no ha probado con los DIEZ MANDAMIENTOS. RICHMOND NEWS LEADER

22.- Hay tantas leyes que nadie está seguro de no ser colgado NAPOLEÓN

23.- Era tan buen juez que estaba rabioso por no poder condenar a las dos partes CARDENAL MAZARTNO

24.- Donde hay poca justicia es grave tener razón FRANCISCO DE QUEVEDO

25.- En un mundo en que todo es explícitamente injusto y absolutamente arbitrario, es peligrosísimo hacer justicia, como máximo se ha de hacer a cuentagotas, caso por caso, para evitar que se produzcan convulsiones demasiado súbitas o violentas. Mi pueblo JOSEP PLÁ

26.- Todo parece estar en contra mía, las dos Cámaras, el poder civil, el poder militar, los diarios de gran tirada, la opinión pública que ellos han envenenado y yo no tengo para mí más que la idea, un ideal de verdad y de justicia. Y estoy muy tranquilo, yo venceré. La verité en marche EMILE ZOLA

27.- Mientras un abogado con la espalda encorvada, las lentes sobre la nariz, a la luz de una lámpara, deshoja un autor en busca de una opinión autorizada para sostener un asunto y la encuentra su adversario curial con la espalda encorvada, consulta el mismo autor en apoyo de la doctrina contraria y la encuentra. F. D. GUERRAZZ

28.- Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si tal vez no se está muriendo de hambre LEON TOLSTOI

29.- Dicen que todos somos iguales ante la Ley. Lo que no dicen es a quién. ANÓNIMO

30.- Generalmente, se puede asegurar que no hay nada más terrible en la sociedad que el trato de las personas que se sienten con alguna superioridad sobre sus semejantes. Artículos MARIANO JOSE DE LARRA

31.- El litigante es aquél que esta dispuesto a entregar la piel con tal de no perder los huesos. AMBROSE BERCE

32.- No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia MONTESQUIEU

33.- Para ir a un litigio hace falta tres sacos: un saco de papeles, un saco de dinero y un saco de paciencia PIERRE M. LUTTARD

34.- La burocracia de los países latinos es antipática: parece que está establecida únicamente para vejar al público PIO BAROJA

35.- Las cosas una vez principiadas, ni se han de olvidar ni dejar, hasta ser acabadas, que es nota de poca prudencia muchos actos comenzados y acabado ninguno. Guzmán de Alfarache MATEO ALEMÁN

36.- Nuestra generación tendrá que arrepentirse, no tanto de la maldad de la gente perversa como del pasmoso silencio de la gente buena. MARTIN LUTHER KING

37.- Hay abogados lo suficientemente hábiles para convencernos de que la Constitución es inconstitucional LAURENCE J. PETER

38.- ¡Le daré un duro al que lo haya entendido!, para añadir a continuación: lo que es yo no creo que tenga pies ni cabeza. ¡Qué insensatez a quién se le ocurre cosa semejante! Primero la condena y después el juicio. La Reina la ordena callar y la respondona niña replica ¡Pues no callo! ¡Que le corten la cabeza! grita la Reina. Alicia en el país de las maravillas LEWIS CARROLL

39.- Si las leyes hablasen, de lo primero que se quejarían sería de los juristas GEORGES SAULLE

40.- Vale más un testigo de vista que diez de oídos PLAUTO

41.- ¿Para qué hacer granujadas fuera de la Ley, cuando hay tanto sitio para hacerlas dentro? CARLOS DOSSI

42.- Somos funcionarios del Estado, no Césares. Razón tenía aquella querellante a quién me negué cierto día a escuchar hasta el fin, cuando me gritó que si no tenía tiempo para escucharla, tampoco lo tenía para reinar. Memorias de Adriano MARGUERITTE YOURCEMAR

43.- Cuando llegué a Dublín había sido procesado en mi ausencia y sentenciado a muerte en mi ausencia, así que les dije que podían fusilarme en mi ausencia. BRENDAN BEHAN

44.- Es necesario que el sistema inquisitivo no se torne en un sistema inquisitorial: porque el ciudadano de un país libre no tiene porqué ser víctima de la incapacidad o de la impotencia de un Estado. ALONSO MARTINEZ

45.- JULIA ROBERTS.- Tú debes ser abogado RICHARD GERE.- ¿Qué te hace pensar eso? JULIA ROBERTS.- No sé, tienes aire de listo incompetente. Pretty Woman GARRY MARSCH

46.- Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no lo era. En seguida se llevaron a los obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era. Después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque tampoco soy sindicalista. Luego apresaron a los curas, pero como no soy religioso tampoco me importó. Ahora me llevan a mí... pero ya es tarde. BERLTOL BRECHT

47.- Ningún hombre es lo suficientemente bueno como para gobernar a otro sin el consentimiento de éste ABRAHAM LINCOLN

48.- La mayoría de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas BERTRAND RUSSEL

49.- Se puede andar con una pistola cargada; se puede andar con una pistola descargada; pero no se puede andar con una pistola que no se sabe si está cargada o descargada. MARK TWAIN

50.- ¡Ay! de la generación cuyos jueces han de ser juzgados! TALMUD

51.- Asesinó a su padre y a su madre y encima pedía clemencia al tribunal por ser huérfano total PETER MOSLER

52.- No hay peor enemigo de un inmigrante, que su propio compatriota. La envidia los corroe, ninguno perdona el éxito. IVETTE DURAN CALDERON