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martes, 16 de enero de 2018

¿Propuesta de suicidio etnográfico? © Ivette Durán Calderón


La inmigración ilegal es uno de los mayores retos al que se enfrentan todos los Estados aunque de especial incidencia en los países más desarrollados debido a sus ayudas económicas y sociales del mal llamado “Estado del Bienestar”. 
Magnífico análisis que encabeza la propuesta presentada por el periodista español Javier Villamor, se dice que los Estados-Nación son necesarios para salvaguardar la democracia y el Estado de Derecho. las intenciones pueden llegar  a ser tan buenas como las leyes, pero lo que falla es la aplicabilidad, es decir, el factor humano.
Coincido plenamente con Javier, en que se necesita la inmigración como se ha necesitado siempre: Enriquece y ayuda al desarrollo de los países, pero me identifico mucho más con las siete reglas que propone, crueles, duras, exageradas, utópicas o como se quiera calificarlas, pero lejos del romanticismo y los buenos sentimientos, son absolutamente necesarias: Aumentar el control fronterizo, Acabar con el tráfico de personas, Deportación voluntaria o forzosa, Cortar de raíz las subvenciones a entidades públicas u ONGs, Trato justo e igual a las demás naciones
Presionar a los empresarios para que no contraten a ilegales y finalmente, Fortalecer los Estados-Nación.
Nada que nos sorprenda, lo escuchamos a diario desde diferentes fuentes, sin involucrarnos pero sin dejar de desearlo, porque lograr esos objetivos, conduce a promover la inmigración legal, justa y correcta. La inmigración es necesaria, pero al tratarse de seres humanos, no se deben medir esfuerzos para que su deseo de emigrar no se convierta en pesadilla, son diferentes los factores que impulsan a emigrar, generalmente es porque buscan en otro país lo que su propia patria les niega. En resumen se debe ampliar lo favorable y restringir lo odioso.

Ivette Durán Claderón




Siete posibles soluciones para frenar la inmigración ilegal
Javier Villamor

Los Estados-Nación son necesarios para salvaguardar la democracia y el Estado de Derecho.
Los flujos migratorios han sido una constante en la Historia. La Humanidad en sí misma es una migración constante, pero nunca antes –excepto tras de la Segunda Guerra Mundial- se habían contabilizado tantos inmigrantes (legales o ilegales) y desplazados por guerras, catástrofes naturales o crisis económicas y alimentarias.
El desigual desarrollo en los más de 200 países del planeta Tierra, sumado a la propaganda del llamado “primer Mundo”, provoca una masiva migración hacia los países occidentales. En especial, los ubicados en América del Norte y Europa.
Actuall depende del apoyo de lectores como tú para seguir defendiendo la cultura de la vida, la familia y las libertades.

Los sistemas económicos son ecuaciones matemáticas: en cuanto introduces un nuevo elemento, la ecuación y su resultado varía.
El problema de Occidente y su imposición del Nuevo Orden Mundial es que ha favorecido de manera muy poco prudente el aumento de un elemento (la inmigración) pero no ha sido capaz de modificar el sistema mismo.
“¿Que hay que aumentar beneficios y producir más?”, no nos preocupemos. Importemos millones de manos de obra barata a las que mantendremos con unos leves subsidios y con una remuneración económica muy inferior a lo que los trabajadores nativos piden por su preparación y profesionalidad.
Dobles víctimas y dobles manipulados. A los primeros, por venderles un mundo perfecto que está lejos de serlo producto del ‘soma’ (como diría Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz); a los segundos, por vendernos que los que llegan “vienen a pagarnos las pensiones”.
“Ni tanto, ni tan poco”, como reza el dicho popular.
Con riqueza me refiero a la riqueza producida por el sudor y lágrimas de todos los trabajadores acumulada en el tiempo, generación tras generación
Sin duda, la inmigración es y será uno de los mayores retos a los que debemos enfrentarnos con resolución, firmeza, justicia y equidad.
Y dentro de ésta, la ilegal es la que más puede dañarnos por ser utilizada como arma política y de ingeniería social cuando lo que está en juego son millones de vidas de inocentes. Imperdonable.
Con riqueza no me refiero a tipos con traje y coches de lujo comiendo en restaurantes cuyas cuentas pueden ser los sueldos mensuales de muchos de nosotros. No.
Con riqueza me refiero a la riqueza producida por el sudor y lágrimas de todos los trabajadores acumulada en el tiempo, generación tras generación, para que nuestros hijos y nuestros nietos puedan tener una vida digna en caso de vacas flacas.
Es decir, riqueza que se traduce en impuestos que (supuestamente) van a mantener los servicios básicos y universales, la (antaño) excelente educación pública, los servicios públicos y de mantenimiento de los ayuntamientos, la (extinta) hucha de las pensiones… y un largo etcétera.
Nuestros ancestros se mataron y se partieron el espinazo para levantar naciones a ambos lados del Atlántico; nuestros padres mejoraron el trabajo previo para que nosotros hayamos podido formarnos y ser esa tan cacareada “generación mejor preparada de la Historia”.
Por todo esto -y muchísimo más que no cabe en estas líneas- han de tomarse medidas para paliar este problema que nos afecta a todos por igual.

1. Aumentar el control fronterizo
Hay países cuya frontera es prácticamente marítima (como España) o continental (como Austria). Hay países con fronteras cercanas a otro continente (como España) o intracontinentales (como Hungría).
En países con un mayor tránsito de inmigrantes como es el caso español, el control fronterizo debe ser muy estricto ya que son escogidos como países lanzadera para después pasar a otros con mejores perspectivas económicas.
Valla fronteriza entre España y Marruecos atestada de subsaharianos.
Valla fronteriza entre España y Marruecos atestada de subsaharianos.
Un mayor control fronterizo y del tráfico de personas no servirá de nada si, al mismo tiempo, no se cambia la política de socorro de inmigrantes que llegan a las costas. ¿Por qué no puede devolverse al inmigrante en vez de acogerlo? ¿Pueden nuestras sociedades acoger decentemente a un número ilimitado de personas?
Para responder a estas preguntas tan solo hace falta superponer en un mapa la figura de Europa con la de África, por ejemplo. Echen cuentas.

2. Acabar con el tráfico de personas
Las mafias situadas en el norte de África, muchas veces asociadas a grupos terroristas como el Estado Islámico en Libia, se aprovechan de la necesidad de millones de personas para explotarlos económicamente sin ofrecer la más mínima seguridad.
Como consecuencia, muchos de ellos mueren en el intento cuando podrían haberse salvado.
La culpa de estas muertes no es, ni mucho menos, de los europeos de a pie. Por un lado, la clase política a ambos lados del Estrecho que sirve a los intereses de las multinacionales y que demanda una mano de obra barata y maleable. Por otro, las mafias que se aprovechan del deseo de una vida mejor.
Varios analistas han señalado la posibilidad de atacar las bases desde las cuales salen las lanzaderas de costa a costa o aumentar la presión sobre ellos una vez parten de los puntos de origen. Con la tecnología actual es posible detectar cualquier lancha con radares en un mar como el Mediterráneo.

3. Deportación voluntaria o forzosa
La deportación debe ser inmediata o en el menor tiempo posible. Los recursos destinados al cuidado en los centros de acogida –muchos de ellos destrozados por los propios usuarios- se deben destinar a otros campos necesarios como VPO, educación o sanidad.
No es de recibo casos como el de Ali Raba Yode, que contaba con antecedentes penales y asesinó a un policía tirándolo a las vías del metro
No es de recibo que casos como el de Ali Raba Yode, que contaba con antecedentes penales y asesinó a un policía tirándolo a las vías del metro de la estación de Embajadores en Madrid, no se hayan evitado con la expulsión en la primera detención.
Caso semejante es el de Rodrigo Lanzas, el chileno que dejó tetrapléjico a un guardia urbano y asesinó recientemente a Víctor Laínez en Zaragoza.
En el caso de retorno voluntario, como ocurre con algunos proyectos actualmente, la marcha puede verse favorecida con un incentivo económico.

4. Cortar de raíz las subvenciones a entidades públicas u ONGs
Millones de euros se destinan a ONGs y organismos que sirven de transporte privado entre el norte de África y las costas europeas.
Muchas entidades públicas junto a ONGs dan servicios a personas indocumentadas cuando deberían avisar a la Policía para su inmediata detención y deportación.
El drama humano no debe ser una excusa pues también existe en las propias fronteras de los Estados y poco o nada se hace para paliarlo.
Miembros de ONGs favorecen la llegada de refugiados a costas de Grecia en Lesbos. Fueron acusados de tráfico de personas.
Miembros de ONGs favorecen la llegada de refugiados a costas de Grecia en Lesbos. Fueron acusados de tráfico de personas.
¿Quién se cree que con unos fondos siempre escasos se va a solucionar un problema tan profundo? ¿Cómo alguien es capaz de conmoverse por alguien extranjero pero luego ni mira a los ojos de las decenas de miles de sin techos que pueblan nuestras calles?
Otra pregunta: ¿acaso ayuda antes al vecino que a su familia? Como dicen los americanos: “first things first” (las cosas importantes primero). Para poder ayudar de verdad a los de fuera hemos de tener las cosas encauzadas en nuestras propias sociedades y estamos muy lejos de ese objetivo.

5. Trato justo e igual a las demás naciones
Los países africanos, asiáticos o hispanoamericanos con graves problemas de desarrollo no podrán nunca salir del atolladero en el que se encuentran mientras sigamos utilizándolos como minas de recursos y de mano de obra barata.
La cooperación internacional debe enfocarse en incentivar el desarrollo tecnológico y empresarial de estos países y no como una mera tirita para desarrollar un pequeño poblado perdido en Dios sabe dónde.
Si aumentamos la calidad de vida en estos países, los nativos preferirán quedarse en sus patrias y hogares antes de vivir el drama de la migración, como antes también hicieron otras muchas personas.
Como se suele decir, “solo los ricos se pueden permitir el lujo de no tener patria”.

6. Presionar a los empresarios para que no contraten a ilegales
Los salarios han disminuido y no crecen. Los nuevos empleados son llamados “pobres con trabajo”. Algo no va bien.
Cuando ‘pintan bastos’ la gente trabaja por lo que sea, y así ha sucedido en muchos países. Esta actitud desvaloriza el trabajo realizado y permite al empresario la explotación –cuasi esclavitud- de manera legal.
Incontables empresarios se benefecian en el mundo entero de inmigrantes ilegales a los que no hace falta mantener con un buen sueldo y aún menos con una seguridad social.
Presionar con multas (incluso la cárcel) o aumentar los impuestos a los empresarios que favorezcan este tipo de contratación debe ser prioritario para cualquier gobierno.
No se puede jugar con las vidas de nadie, ni de los de aquí, ni de los de allí.

7. Fortalecer los Estados-Nación
Sí, justo lo contrario a lo que predican a los cuatro vientos todos nuestros políticos a lo ancho y largo del planeta y todas las instituciones mundialistas (ONU, FMI, etc.).

¿Por qué no se incide sobre esto más a menudo?
La destrucción de las naciones tradicionales tiene como único objetivo la cancelación de la soberanía que reside en los diversos pueblos para diluirla cada vez más en dichos organismos internacionales y globalistas.
La inmigración ilegal es uno de los principales problemas a los que se enfrenta Occidente.
En el caso europeo, la Unión Europea es la encargada de dictar la gran mayoría de las políticas importantes de los gobiernos. Un gobierno europeo dirigido desde Bruselas al que nadie ha elegido democráticamente.
Por esto, los Estados-Nación son necesarios para salvaguardar la democracia y el Estado de Derecho.
Se necesita la inmigración como se ha necesitado siempre: Enriquece y ayuda al desarrollo de los países
Estos alegatos no son contra la inmigración. Todo lo contrario. Se necesita la inmigración como se ha necesitado siempre. Enriquece y ayuda al desarrollo de los países pero siempre y cuando sea controlada y respete a las sociedades de acogida.
El caso de España es paradigmático. O llegan inmigrantes o no hay dinero para pagar las pensiones.
Y según estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, necesitaríamos 10 millones de habitantes extra, de aquí al año 2050 (para llegar a la cota de 55 millones de habitantes).
Sin embargo el ritmo demográfico no tiene fuelle para alcanzar ese cifra. Estamos ahora en torno a los 45 millones y la tendencia no cambiará, salvo que cambie radicalmente la política familiar y que aumente la tasa de hijos por mujer o salvo que esos 10 millones extra vengan de fuera de nuestras fronteras.
Sin la savia de la inmigración Europa agoniza sin remedio. Pero esa inmigración debe ser filtrada y controlada.

Porque lo que nos proponen nuestros gobernantes empujados por los poderosos es, hoy por hoy, un suicidio etnográfico.

Italia: Soborno a las mafias libias, una forma de frenar la inmigración irregular © Ivette Durán Calderón


Leer los datos de Fortress Europe, uno de los mejores observatorios observatorios sobre el tema migratorio en Europa traducido en veintiún idiomas, permite  tomar conciencia de la incomprensible guerra silenciosa que, día a día, se combate entre las olas. Existe esperanzas pero no propuestas de solución viable.

Ivette Durán Calderón


 Campo de detención de migrantes de Fallah, cerca de Tripoli. CNN

El Mediterráneo, “el mar de en medio”, se ha convertido en una gran fosa común.

Cada día, en las dos orillas que esperan la ola, llega la noticia de un nuevo desembarco finalizado con éxito o de una tragedia anunciada.
Desde 1988 al menos han muerto 27.382 migrantes intentando derribar la muralla de Europa: 4.273 solo en 2015, más de 3.000 en 2014.
En los conflictos precedidos por declaraciones formales de guerra mueren menos soldados.
No se recupera ni siquiera la mitad de los cuerpos; yacen en los fondos marinos del canal de Sicilia, en el fondo de las aguas entre Libia y Túnez.
En las rutas aparentemente menos transitadas, más de doscientos migrantes han perdido la vida navegando desde Argelia hacia Cerdeña.
Más al oeste, 5.000 personas han muerto en sus viajes hacia España en embarcaciones precarias, desde el Sáhara occidental y desde Senegal hacia Canarias, o desde las costas marroquíes atravesando el Estrecho de Gibraltar.


Desde 1988 al menos han muerto 27.382 migrantes intentando derribar la muralla de Europa: 4.273 solo en 2015, más de 3.000 en 2014. En los conflictos precedidos por declaraciones formales de guerra mueren menos soldados

No son estos los números que se convierten en noticia en Italia; los periódicos y las televisiones, principalmente aquellas controladas por la familia Berlusconi, airean cotidianamente otras noticias, reales o inventadas:
los desembarcos en la costa siciliana, los contagios presuntamente causados por los africanos, la posible importación de delincuencia, el enorme flujo de dinero público que sería necesario para acoger a los inmigrantes...
Este despliegue mediático se centra de manera morbosa en los efectos de la migración, rozando superficialmente las causas, con un objetivo clarísimo: plantearlo como un problema y exagerarlo hasta el punto de convertirlo en alarma social, en una inquietud gobernada no por la política sino por el instinto, por la irracionalidad.
Esto es lo que ocurre en Italia, donde, según una reciente investigación del Observatorio Europeo sobre la seguridad, el 47% de los ciudadanos cree que la inmigración es una emergencia.
Así, mientras en el pasado la pìetas encontraba espacio entre los sentimientos de la gente, en los últimos meses está enraizando la indiferencia, el miedo.
Una señal distinta, captada inmediatamente por una política rapaz que no interviene sobre los fenómenos y que espera a percibir el estado de ánimo prevalente para adoptar las medidas consecuentes.
Tras la derrota de Marine Le Pen, con la que Matteo Salvini, líder de la Liga del Norte, integra en el Parlamento de Bruselas el grupo Europa de las Naciones y de la Libertad, el partido xenófobo de la Padania ha dejado de lado el tema del euroescepticismo y del referéndum contra la moneda única --por otra parte irrealizable en Italia puesto que el artículo 75 de la Constitución no consiente consultas sobre los tratados internacionales ratificados por el Estado--. Da más frutos concentrarse en la cuestión de la inmigración.
Hacía mucho tiempo, desde los años setenta --cuando las protestas juveniles de la extrema derecha y la izquierda extraparlamentaria llenaban las plazas--, que los grupos extremistas de derecha no tenían tanta influencia sobre una parte tan importante de la población.
Gritando eslóganes como “antes los italianos” o “cerremos las fronteras” intentan replicar el éxito de Amanecer Dorado en Grecia.
El Movimiento 5 estrellas de Beppe Grillo, que se ha mostrado esquivo en muchos temas decisivos con el objetivo de ganarse un electorado transversal y post-ideológico, ha adoptado una nítida posición de crítica hacia las políticas de acogida de migrantes.
Los pequeños movimientos de centro, vinculados al mundo clerical, como el minipartido del ministro de Asuntos Exteriores, Angelino Alfano, han dejado de lado los valores cristianos y muestran su rechazo a las propuestas de ampliación del ius solis a los inmigrantes residentes.
Incluso el Partido Democrático de Matteo Renzi corre a sumarse a la derecha en el resbaladizo terreno de la seguridad, encubre el proyecto de ley sobre la ampliación de la ciudadanía y consiente que el ministro del Interior, Marco Minniti, hombre de izquierdas, cierre tratos muy cuestionables con Libia.
Estabilizar el flujo migratorio --esa es la consigna del responsable de Interior-- reteniendo a los migrantes en África.
Poco importa si la expatriación es por motivos económicos, o si los migrantes se ven obligados a abandonar su casa por guerras o catástrofes naturales; poco cuenta la distinción entre apátridas, esclavos, solicitantes de asilo o refugiados.


Oxfam revela que el 74% de los refugiados ha presenciado asesinatos o episodios de tortura hacia compañeros de viaje, que el 84% ha padecido tratos inhumanos y que un porcentaje igual ha visto cómo le negaban comida y agua en centros de acogida libios

Es como si, de pronto, políticos de izquierda, católicos, ultranacionalistas y representantes de la “anticasta” hubiesen decidido pasar una esponja húmeda por la pizarra donde, laboriosamente, a lo largo de los años, se habían ido fijando los principios sobre los que se asientan las convenciones internacionales (Ginebra, 1951, sobre los refugiados, y Nueva York, 1954, sobre el estatuto del apátrida) que han asegurado un grado de civilización distinto y mejor.
El acoso a los migrantes es rentable: en pocas semanas, el acuerdo sellado por Interior con algunos jefes de las tribus locales libias ha dado frutos, y los desembarcos en Italia se han reducido a la mitad, según los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas sobre los refugiados.
Hemos pasado de 23.000 en julio de 2016 a menos de 11.000 en el pasado mes de agosto.
El resultado ha servido para colmar de elogios al ministro Minniti, también por parte de representantes de la derecha radical. Incluso Alessandra Mussolini, nieta del Duce y europarlamentaria de Forza Italia,el partido de Berlusconi, ha afirmado que ahora se está poniendo un dique al fenómeno migratorio, adoptando medidas que solo un gobierno de derechas hubiera podido adoptar.
Interesan mucho menos los datos sobre la violencia hacia los subsaharianos retenidos en tierras libias.
Desde 2006, Human Rights Watch acusa a Trípoli de detenciones arbitrarias y de tortura en los centros de detención para extranjeros, algunos de ellos  financiados por Italia.
Un informe reciente de la organización humanitaria Oxfam revela que el 74% de los refugiados ha presenciado asesinatos o episodios de tortura hacia compañeros de viaje, que el 84% ha padecido tratos inhumanos y degradantes y que un porcentaje igual ha visto cómo le negaban comida y agua durante la estancia en centros de acogida libios.
Los únicos que rompen el silencio de la política son exponentes de la sociedad civil. Gino Strada, médico e histórico creador de Emergency, una asociación humanitaria que gestiona hospitales en áreas de conflictos, ha definido a Minniti como un “poli” que declara la guerra a los pobres sobornando a unos cabecillas.
Strada ha querido distanciarse de aquellos que tiran al mar o devuelven a niños, mujeres embarazadas y pobres a centros que infligen tratos inhumanos.
Médicos Sin Fronteras ha denunciado que el tráfico de migrantes en Libia se ha convertido en un negocio, igual que la extracción de gas y de petróleo.
La sospecha es que aquellos que hoy están frenando a los migrantes son los mismos que ayer favorecían el tráfico, sirviéndose del plan Minniti, que amenaza con institucionalizar a traficantes, clanes mafiosos y corruptos.
De hecho, ya está pasando: varias investigaciones judiciales han revelado que una parte considerable de los fondos para la acogida se han desviado hacia cooperativas conectadas con la mafia o hacia grupos de poder corruptos.
Libia e Italia parecen unidas, además de por razones históricas, por el negocio de los migrantes, de los desesperados, de los refugiados y por el nombre del dios dinero.
Resuenan en el aire las palabras de Benito Mussolini, que, en 1934, en pleno éxtasis colonialista, definió a los libios como “musulmanes italianos de la cuarta orilla de Italia”.


Suiza: El índice de inmigración disminuye en espera de las nuevas disposiciones migratorias anunciadas en noviembre de 2017 © Ivette Durán Calderón



De acuerdo al comunicado emitido por el gobierno helvético, el colectivo inmigrante en Suiza disminuyó el 2017 por cuarto año consecutivo, al punto de ser un 12 % inferior a la del año precedente. Se colige que el saldo migratorio de 2017 se equipara al de 2002, cuando entró en vigor el acuerdo sobre la libre circulación de personas entre Suiza y la Unión Europea (UE).
El Gobierno de Suiza propuso el pasado mes de noviembre/2017, un proyecto de ley para limitar la inmigración, aunque ha expresado su voluntad de diálogo con la Unión Europea para evitar la violación del principio de libre movimiento de sus tratados bilaterales.
Los extranjeros y extranjeras pueden inmigrar a Suiza bien sea como asalariados o mano de obra, o bien sea en el cuadro de un reagrupamiento familiar. Tiene además la posibilidad de establecerse en Suiza por razones de estudios o de formación.
En todos los casos de figura, la inmigración se encuentra regulada por la Ley sobre los extranjeros. Las prescripciones legales dependen del origen de los inmigrados. Aquellos provenientes de la UE y de la AELE no se encuentran sometidos a las mismas reglamentaciones que las personas que vienen del Tercer Mundo.

Ivette Durán Calderón



La inmigración a Suiza retrocedió en 2017 por cuarto año consecutivo

En concreto, Suiza contaba en 2017 con 2.053.589 extranjeros residentes permanentes y, de ellos, casi el 70 % provenían de los Estados miembros de la UE o de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), formada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y el propio país alpino.
El saldo neto de la inmigración en Suiza en 2017 fue un 11,7 % menor que el de 2016.
Durante el año pasado inmigraron a Suiza 137.803 extranjeros, un 4 % menos que el ejercicio anterior, pero emigraron 79.104 personas, lo que representa un aumento del 2 %.
La inmigración neta de países que se benefician de la libre circulación (UE y AELC) descendió en más de un 20 % en comparación con 2016 (30.799 personas).
A finales de diciembre pasado vivían 1.405.771 ciudadanos comunitarios o de la AELC y 647.818 personas de países terceros en Suiza.
Los italianos fueron el grupo de extranjeros más importante en Suiza (319.367 personas), seguidos de los alemanes (305.785) y de los portugueses (268.012).
Fueron los inmigrantes franceses que más han aumentado (en 4.212 personas) en tanto que el grupo de los portugueses fue el que más retrocedió (1.509 personas menos).
Al igual que en años anteriores, el trabajo fue en el 47 % de los casos el principal motivo de la inmigración, seguida del reagrupamiento familiar (31 %).




Curiosidades de la inmigración, los colores de los pasaportes. ¿Cuántos son y qué significan? © Ivette Durán Calderón


Cada ciudadano se acostumbra y automatiza al manejar su documento de identidad que además le sirve como principal instrumento de viaje.
Un pasaporte, es el documento que acredita la identidad y la nacionalidad de una persona, constituyéndose imprescindible para viajar fuera de sus límites patrios.
Asimismo, un pasaporte es aquel aval, camino o garantía que sirve para identificar y conducir al éxito a alguien o algo.
Poco o nada sabemos de los pasaportes de otros países, los hemos visto muchas veces, y simplemente deducimos que es diferente. Aprendamos a diferenciarlos.

Ivette Durán Calderón



Cuatro son los colores de pasaportes en el mundo, cada país tiene sus razones fundamentadas para elegir el color en sus coberturas.

Estos son los colores y el porqué de ellos:

Rojo


Este es el color más común. Pasaportes con cobertura roja son escogidos por países con sistemas comunistas históricos o actuales. Eslovenia, China, Serbia, Rusia, Polonia y Rumania tienen pasaportes rojos. Países miembros de la Unión Europea, a excepción de Croacia, también tienen pasaportes borgoña y otros tonos de rojo. Países interesados en unirse a la Unión Europea como Turquía, Macedonia y Albania, cambiaron su pasaporte a rojo hace algunos años. La comunidad andina de naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) también tienen pasaportes borgoña.


Azul


El color azul simboliza “el nuevo mundo.  Quince países del Caribe tienen pasaporte azul. En el bloque de países sudamericanos, el pasaporte azul simboliza la conexión con Mercosur, que incluye a Brasil, Argentina, Paraguay y Venezuela. El pasaporte de los ciudadanos Estadounidenses cambió a azul en 1976.


Verde


La mayoría de los países musulmanes tienen pasaporte vede. Por ejemplo Marruecos, Arabia Saudita y Pakistán. El verde es considero como el color favorito del profeta Muhammad, y es un símbolo de naturaleza y vida. Los ciudadanos de varios países africanos como Nigeria, tienen su pasaporte con distintos tonos de verde. En este caso significa que pertenecen a la Comunidad Económica de los Estados del Oeste de África, ECOWAS por sus siglas en inglés.


Negro



Este es el pasaporte más extraño. Puede ser encontrado entre ciudadanos de países africanos como Botsuana, Zambia, Angola, Congo, Malawi, entre otros. Los ciudadanos de Nueva Zelanda también tienen pasaporte negro porque es el color nacional.



En este mapa se puede observar el color del pasaporte de acuerdo al país.




lunes, 15 de enero de 2018

Francia: Nueva Ley de Inmigración limitará la llegada de inmigrantes por motivos económicos y se centrará en los refugiados.

El país espera expectante la explicación que brindará el presidente Macron en el transcurso de los próximos días. Una de las controvertidas apuestas es la limitación de ingreso y regularización de los inmigrantes por motivos económicos con la finalidad paralela de acoger a los refugiados y solicitantes de asilo.
Ivette Durán Calderón



Francia limitará la inmigración y se centrará en los refugiados

Así lo ha ratificado el ministro del Interior de Francia, Gérard Collomb, adelantó que se abrirán 1.300 nuevos Centros de Acogida.
Y con ellos, avisó que la nueva ley de inmigración limitará la llegada de inmigrantes por motivos económicos.
“Francia debe acoger a los refugiados, pero no puede acoger a todos los inmigrantes económicos”, sentenció.
“Es imposible acoger dignamente a 185.000 personas al año”, agregó en entrevista a un medio francés.
Según datos de Collomb, en 2017, 100.000 personas han presentado una demanda de asilo y otras 85.000 han intentado entrar, pero no han sido admitidas.
Durante 2015 y 2016, Francia registró una baja tasa de aceptación en la demanda de asilo.
La tasa refleja un refugiado por cada 1.340 habitantes, comparado con países como Alemania (uno cada 141) o Suecia (uno cada 101).
Según el Gobierno, esta nueva ley sobre inmigración busca acoger mejor a los solicitantes de asilo.
No obstante, ha recibido críticas de organizaciones humanitarias por su cariz restrictivo.

El problema francés de los refugiados
Los miles de demandantes de asilo e inmigrantes que duermen al raso en París y en Calais (norte), y las denuncias de violencia policial contra el colectivo son dos de los principales problemas que afronta el Ejecutivo galo.
En un comunicado, Collomb contó que para atajar esta situación seguirá apostando por un nuevo tipo de establecimiento, los CAES, que permiten una “solución de acogida acompañada de un examen rápido de su situación administrativa”, en contraste con los antiguos CAO (Centro de Acogida y Orientación).
El titular de interior detalló que se ampliará la red de 80.000 plazas de acogida en Francia.
“Habrá 7.500 plazas suplementarias en 2018 y 2019”, señaló Collomb.
Precisó que en Calais 400 personas han accedidoal dispositivo CAES y en París 2.800 desde el octubre de 2017.
El propio presidente Macron explicará sus planes el próximo martes en una visita al puerto de Calais.

Fuente: Cambio 16/14/01/18- https://www.cambio16.com/mundo/francia-limitara-la-inmigracion/