Ivette Durán Calderón
Qué entendemos por resentimiento y qué por dignidad; no podemos confundir ambos términos. Sociólogos y expertos de la conducta humana coinciden en afirmar que el fenómeno de la inmigración está provocando grandes confusiones, ningún extranjero o, peyorativamente llamado inmigrante, puede manifestar su indignación, reclamo o justa queja ante un avasallamiento a sus derechos, o un insulto.
Resulta que la inconducta de algunos extranjeros es inmediatamente relacionada con la inconformidades de otros.
Si algún español profiere un insulto a su pareja, esposa, empleado, obrero, etc, inmigrante, el ofendido debe permanecer callado, ya que si pide una explicación ante el vejamen verbal o manifiesta su indignación ante la ofensa, inmediatamente vuelve la afrenta, otro insulto, es tipificado como – indio resentido – , - moro resentido, negro resentido - Simplemente porque refutó el agravio.
Entendemos que los españoles son muy expresivos, eufóricos y malhablados, sabemos también que no es tan importante lo que se dice, sino “cómo se dice”, el “rin tin tin” refieren algunos.
Por tanto, es mejor, pensar antes de ofender, la integración es y debe ser mutua, si a un español no le gusta que no estén de acuerdo con su opinión, ¡absténgase de opinar¡ pero por favor no insulte, no ofenda, no resienta a los que lo aman, lo respetan y le sirven.
Sin embargo, no olvidemos el otro lado de la medalla, cuando es el extranjero el que ofende, el que adoptando papel de víctima, no acepta ninguna contravención a sus intereses, no acepta llamadas de atención ante sus actos indisciplinados producto de la diferencia de culturas o la ausencia de las elementales normas de educación. Es entonces cuando el extranjero olvidando que se encuentra en patria ajena, amenaza, recurre a un artificio verbal muy extendida en estos últimos años: adoptar el papel de víctima de racismo, xenofobia o discriminación. Esta actitud desconcierta pues se llega a confundir las actitudes xenóbofas, racistas o discriminatorias con la maldad, la vejación el insulto, o el ánimo manifiesto de hacer daño a través de la humillación y el insulto.
Si un español vocifera para puntualizar algo o enfatizar su punto de vista, no siempre se puede tomar como insulto, maltrato verbal o vejación, depende él ánimo y la intencionalidad, pero si es reiterativo, frecuente y aprovecha el mínimo error para vilipendiar, tenemos un problema. Todos debemos aprender a convivir, respetar la idiosincrasia propia y ajena.
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